Aquí tenemos nuestra propia ruta de la decadencia fiestera (por las tierras valencianas, y tal, ya tú me entiendes). Pero probablemente no sea tan extensa como esta que ha capturado Eric Tabuchi en Francia. Sí, te estoy hablando de discotecas, de enormes salas, en ruinas, vacías o abandonadas, que algún día fueron auténticos lugares de peregrinaje para cientos o miles de jóvenes abonados a la música disco.
Y, ojo, que seguro que los nombres de esos locales te van a sonar.
Porque, en realidad, hasta en eso nos repetimos. No somos demasiado originales (ni los unos, ni los otros).
Amuse-toi!