Ya sé que lo he dicho en otras ocasiones, pero insisto, las ciudades miradas desde el blanco y el negro parecen diferentes. Se convierten en una suerte de maravilloso telón de fondo, un escenario perfecto para que los detalles más – a priori – insignificantes se conviertan en los protagonistas de una fantástica historia. El monocromo es, casi, mágico, intenso, irreprochable en cuanto a su poder artístico, impecable en lo estético. Brillante. Aquí no hay triste escala de grises que valga, cuando se combina una buena lente, un magistral dominio de las luces y las sombras, con un talento especial para capturar el momento, el resultado es – absolutamente – fascinante.
Todos esos elementos, se dan cita tras el sonido del obturador de Carmine Castelli, una fotógrafa suiza capaz de crear, Leica en mano, estas sutiles historias a pie de calle. Y no hace falta que te diga nada más, ¿verdad?














Una respuesta a “¿Por qué el Blanco y Negro luce tan bien en las ciudades?”
[…] te voy a recordar las alabanzas que le dedico una y otra vez a las fotografía en blanco y negro. Incluso ahora que mi vida profesional ha abandonado la obligación de ceñirme a esa mirada […]