Y cuando eso pasa, nos encontramos con artistas como la fotógrafa Karen Jerzyk, capaz de transportarnos a lugares, espacios y momentos en los que nada encaja… aunque todo encaje. Distopía pura para hacer más intensa esa sensación de soledad que en muchas ocasiones te impacta y que te convierte en el astronauta que protagoniza sus fotografías. Como si tú fueras tu propio universo, tus propios pensamientos, como si no pudiera existir nada más.
Y todo ello en una NYC tan silenciosa que jurarías poder oír los crujidos de ese traje espacial…












































































