Vivimos tiempos en los que necesitamos una dosis extra de color. Tú me preguntarás. «¿color?». Y yo te contestaré, «sí, color«. Color, porque estamos atenazados por demasiadas cosas grises, por demasiadas evidencias que ponen sombras en el futuro más inmediato y, llegados a este punto, el color (en concreto contemplar una explosión de color) me parece una buena forma de desconectar, evadirse durante unos minutos, y dejar que su energía vibrante se instale en nosotros.
Por eso las ilustraciones de Calvin Sprague resultan ideales para acompañar esta tarde. Vale, el suyo es un mundo surrealista, en el que cuerpos, edificios, formas y elementos de lo más variopinto se combinan (y se suman) en una perfecta danza geométrica para conseguir que tu mente escriba sus propias historias. Es sugestivo, a veces resulta incluso excesivo, pero siempre cautivador.
Si te gusta la obra de Sprague, puedes pasarte por su tienda. Quedarán perfectos en las paredes de tu casa.









