¿Te gustaría leer un buen relato corto random, ahora mismo?
Short Édition es una editorial francesa que, en 2011, tuvo una idea maravillosa para darle visibilidad a las nuevas historias (cortas) de autores contemporáneos: propulsar la literatura. Visto en perspectiva, y especialmente en un momento como el actual, no sólo era un reto, sino también una bonita responsabilidad. Una responsabilidad que compartimos todas esas personas y empresas que están relacionadas con el mundo de las letras, de la cultura en general. De ahí que iniciativas como este Dispensador de Ficción (déjame que lo llame así), resultan un soplo de aire fresco y una clara demostración de que no todo está inventado en el sector. Y su éxito, arrancó como una startup y ahora no tiene fronteras, es una noticia fantástica.
Su funcionamiento es simple: las máquinas, que ya están instaladas en los cinco continentes, entregan pequeñas piezas de ficción a todas esas personas inquietas y con ganas de descubrir una experiencia literaria en cualquier momento y en cualquier lugar. Los lectores pueden elegir tres tipos de relatos cortos: de uno, tres o cinco minutos de duración (reading) y relajarse mientras se zambullen en la mente y en la creatividad de autores que tienen, así, una fabulosa oportunidad para compartir su talento.
Otro detalle interesante de estos distribuidores es que adaptan sus contenidos a las diferentes zonas en los que están ubicados. Eso implica que no vas a encontrar las mimas historias en una librería que en el aeropuerto, o en un café, o en universidades, por mencionar algunos de los lugares en los que se encuentran, tampoco en Francia o en China, evidentemente. Por si todavía no te he convencido, las historias (random) engloban obras de acción, aventura, drama, romance… un catálogo diverso y variado que, para mí, se convierte en todo un atractivo (también) turístico. ¿Quién no se imagina haciendo una ruta por cualquier ciudad descubriendo estos dispensadores y leyendo sus historias en bucle? Es brutal y, de paso, honra la fabulosa tradición de los relatos cortos. Bien.
Ah. Y son gratis. Sí. Los autores (más de 9.000, ya) reciben sus derechos gracias a las aportaciones de los centros en los que se ubica el dispositivo. Para los lectores es transparente: sólo deben apretar un botón y disfrutar de la ficción.
Por cierto, aquí no han llegado las máquinas (aunque cerca, en la Plaza Salvador Dalí, de Perpignan hay una: igual es la excusa que necesita nuestra generación para volver a cruzar los Pirineos como antaño, ya sabes), pero nada detiene las buenas historias. Sólo necesitas tiempo para leer. Tú eliges, ¿1, 3 o 5 minutos?
Lo dicho: me encanta.











3 respuestas a “Pequeñas historias a una máquina de distancia”
Buenísima la idea del sispensador de ficciones! ¿Cómo no se me ocurrió a mí? -risas.
Jajajaaa… pues ando tiempo detrás de ellos intentando traer uno para el edificio corporativo de mi empresa. De momento no lo he logrado, pero soy un tipo insistente. Si lo cierro, ya te diré cómo va la cosa ;)
Suerte! ;)