Hubo un tiempo en el que nos prometimos que no íbamos a tardar en dominar las estrellas. En ser los señores del firmamento. En controlar cada rincón del espacio conocido mientras nos dedicábamos a descubrir el resto. No me pidas la Luna, pídeme más, porque al fin y al cabo todos teníamos – todavía tenemos – derecho a soñar, ¿verdad?
Pues eso, hace 50 años (cincuenta, sí, en la década de los 70) el físico de Princeton Gerard O’Neill, la NASA y la Universidad de Stanford, se propusieron imaginar cómo serían las colonias espaciales que, algún día en un supuesto futuro-pasado-próximo nos acabarían alojando. Los dibujos resultantes fueron una maravillosa locura, casi ciencia ficción. Una promesa ilusionante. Pero nunca llegaron a hacerse realidad. Nunca nos pudimos juntar esas 10.000 personas en órbita… o quizás deba decir ‘todavía’.
Sea como sea, me ha parecido realmente interesante pasear por estas ilustraciones retrofuturistas que, sin duda, si eres de mi generación te harán viajar de vuelta a una época en la que todo era posible. En la que no había límites para la imaginación.
Hubiera sido un viaje fantástico, ¿verdad?.









