Quién está detrás de estas líneas (y, de hecho, detrás de está loca idea de @phusions) es un ser muy digital y con un punto artístico, sí, pero –ojo– de los de contemplar y aplaudir, ¿eh?, de los de decir “qué bueno es el cuadro de fulano o la fotografía de mengano”, y seguir siendo incapaz de crear nada que no esté en negro sobre blanco…

Y no, no es que haya perdido la cabeza, y sí, siento mucho esto de la presentación en tercera persona –me molaba el punto así como literario que le daba al asunto- pero no se me ocurría una mejor forma de explicar por qué hoy viene, por primera vez, a Phusions esta recopilación de arte digital, en su más pura y auténtica esencia. Porque cuando digo que soy digital, no afirmo estar hecho de unos y ceros, pero poco me falta (bueno, según algunas teorías que corren por ahí, no sé si retractarme de esta última afirmación), pero desde que caí presa del mundo 2.0 no lo he abandonado nunca más. Supongo que eso me ha marcado hasta desvanecer las fronteras entre el “yo” de aquí del de allí…

Y, bueno, lo del arte… No. No me vais a encontrar cada domingo en un museo, lo reconozco (pero, ¡eh, niños!, id al museo, que mola mucho…), aunque me sigue pareciendo brutal toparme con creaciones que me dejan con la boca abierta. Sí, Phusions va de eso, de las cosas que nos gustan (“nos”, “me”, bueno…). Y hoy el amigo James Curran me ha dejado alucinando con su Gifathon inspirado en Tokio. Esto es arte digital puro y duro, con el Gif como herramienta de difusión, y con un rollo fresco y auténtico que es cautivador (vale, sí, me ha quedado un poco cursi, so sorry).

La cosa es que, claro, te encuentras con este Gifathon japonés, investigas un poco más, y te das cuenta de que el tío (animador y director, ojo) ya ha repetido esta misma experiencia inspirándose en otras ciudades en las que ha estado, a partir de lo que vive, ve y sufre en sus propias carnes. Dice que es mejor haciendo Gifs que tomando fotos (lo segundo no lo sé, pero lo primero no lo pongo en duda), así que si no vas con cuidado te va a pasar como a mí y vas a acabar paseando por una interminable lista de ciudades y otras aventuras (ojo a las de Tintín, por ejemplo), gif a gif…

Es adictivo, aviso.

Y, ojo, hay más: