No sé si eres de los que soñaron con tener una casa en un árbol, o no. No lo sé y, probablemente, no lo sabré nunca, pero tú ya sabes que yo sí soy de ‘esos’. Debo reconocer que probablemente sea por la influencia de las pelis que nos llegaban de los USA, o de las series en las que los protagonistas construían esos geniales refugios en los jardines de sus casas para encerrarse en ellos y vivir mil aventuras y batallitas… sí, seguro que la culpa es de América (vale, como casi todo), pero yo quería tener una casa en un árbol y lo máximo que conseguí fueron un par de tablones (mal) clavados en dos ramas para hacer equilibrismos.
¿Qué me faltó? Pues supongo que la determinación que ha tenido Foster Huntington, que en 2014 decidió que había llegado el momento de perseguir su sueño de infancia y se lanzó a hacer realidad el proyecto de la casa-del-árbol-de-sus-sueños. Y vaya si lo consiguió… Vale que tenía un terreno idílico en el que construirla (y ahí, yo, ya voy mal de recursos), y un grupo de amiguetes (la mayor parte de ellos, carpinteros) dispuestos a ayudar a cambio de, bueno, de un buen rato en la pista de skate (sí, también han montado una, y vas a flipar), pero el resultado final, no me lo vas a negar, es la envidia de cualquier aspirante a Bart Simpson (por lo de su mítica casa del árbol, sólo, ¿eh?).
12 meses tardaron en construírla. 12 meses para tener un lugar que, al principio, debía servir de refugio para él y sus amiguetes y que, finalmente, se ha convertido en su domicilio habitual. ¿Que se podría haber comprado una casa normal? Sí… pero si eres fotógrafo y skater, las cosas no se hacen como las haría tu vecino…
Además, así mola más, ¿no?…