A todos los que nos dedicamos a esto del Marketing (o llámalo como quieras, ¿vale?) nos han pedido en alguna ocasión aquello de «hazlo espectacular, dame un efecto wow, que se hable de nosotros, que-se-nos-vea«. Y, a ser posible, en la calle. Ese gran objeto de deseo, ese espacio en el que parece que todo está inventado y en el que, tantas veces, nos conformamos, sí, con una lona gigante en el mejor de los casos o con alguna de esas acciones de guerrilla que se hicieron famosas hace unos años. Pero, wow lo que es wow, vamos a ser honestos, no siempre lo logramos.

Así que cuando ves una campaña como esta de McDonalds te sale tu vena creativa y sueltas (sólo, delante de tu pantalla, en el silencio – ruidoso – de tu casa) un «grandes. Grandes…«. Y, sí, lo sé, no es lo mismo vender hamburguesas que otros productos o servicios, lo sé, pero cuando la creatividad es buena, la aplaudes y aprendes, que para eso somos seres inquietos, que buscan siempre un poco más, que todavía anhelan la gran campaña, su gran impacto comunicativo, y que piensan, siempre, que lo mejor está por llamar (sí, eternos insatisfechos, así nos va).

Todo esto – que no es poco – para presentar esta serie tan especial de mupis parisinos que la hamburguesería por excelencia (con permiso de la del King) se ha sacado de la manga para recordarnos que lo mejor de la vida, se come a bocados. Una fantástica idea de TBWA Paris que complementa otra campaña de pósters, No Logo, protagonizada por primerísimos primeros planos de los típicos productos que te vienen a la mente si piensas en los amigos de la W. Todo ello, por cierto, sin mostrar ni una vez la marca… porque, ¿quién la necesita cuando eres McDo, no?

El relato es tan simple, no, no has podido evitar la tentación de pegarle un bocado a esas hamburguesas gigantes, que me parece tan fascinante como brillante.