Bueno, para ser justos, sí. Los 451 grados Fahrenheit equivalen a los 232,8 ºC, que son (según la fabulosa y distópica novela de Ray Bradbury), «la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde«. Literalmente. Así que ese «o no» que me he permitido al titular este artículo ya nace contradiciéndose a sí mismo. Pero como esto va de ficción, lo vamos a dar como bueno cuál licencia que me permito, ¿se acepta?
Hecho el disclaimer, toda esta introducción ha de servir, sólo, para presentar esta maravillosa idea:

Se trata, efectivamente, de una librería ambulante. Una idea fascinante que nos lleva, directamente, a un universo en el que los libros merecen (y deben) ser tratados con el respeto del que sólo un librero es capaz, y ofrecidos como sólo un librero es capaz pero, eso sí, en cualquier rincón de la ciudad. Y ¿de qué ciudad?, te estarás preguntando. Pues bien, la idea de momento está en Sitges y Barcelona, gracias a las ganas de recuperar la esencia de las viejas librerías de Azra Ibrahimovic y Sergio Lledó.
Ojo, que desde el 13 de octubre también tiene su espacio físico permanente en la antigua Librería Negra y Criminal de BCN. Un local que ampara y ofrece el contrapunto a su apuesta por la itinerancia del formato móvil. Y es que la literatura merece llegar a todos los rincones y hacerlo, sí, como sólo los auténticos amantes del papel son capaces de hacerlo.
Si quieres saber más sobre esta gran iniciativa, síguelos en Instagram y descubre su entrevista en Traveller.
Y lee…