Hace prácticamente un año, justo en febrero del 2021, te hablé por primera vez de Fabian Oefner, un fotógrafo suizo que (y cito textualmente mis mismas palabras de entonces) explora la composición de la materia o, si más no de algunos elementos que forman parte de nuestra día a día, desde su propia deconstrucción». En aquella ocasión, me cautivó especialmente con Disintegrating, una fascinante idea con la que era capaz de convertir fabulosos deportivos clásicos en una fantasiosa explosión de piezas. Pura desintegración, sí. Puro arte.
Pero ya en aquella ocasión tuve la oportunidad de compartir contigo el Heisenberg Objekt No. III, esas dos Leicas re(de)construidas para convertirlas en algo absolutamente diferente y único. Especial. Impactante. Hoy, en Phusions, te presento esta cautivadora Heisenberg Series del genial artista neoyorquino.
Y, esta vez, déjame que te cuente algo más sobre qué hay detrás de esta idea. Para crearla, Oefner asegura haberse inspirado en el mundo de la mecánica cuántica. (sí, aquí reconozco que me pierdo un poco, pero el arte es arte). Las esculturas se basan en el famoso principio de incertidumbre de Werner Heisenberg, una teoría que establece que no se pueden medir simultáneamente dos parámetros distintos de una partícula (ya te decía que me pierdo, pero me fascina igual). Resumiendo: se puede determinar un parámetro e ignorar el otro o viceversa, pero nunca se pueden conocer ambos a la vez. Nunca.
Oefner (ídolo total) partió de esa idea para crear su propia visión artística de la misma. Las esculturas están hechas de seis objetos cotidianos diferentes: unas sneakers, un reloj, una grabadora, una cámara y una caja negra. Tras rellenarlos con resina (sí), los cortó meticulosamente en cientos de partes individuales. A continuación, reorganizó los cortes en una nueva versión distorsionada del objeto, una versión que – además – permite ver su funcionamiento interno.
De esta forma, Oefner consigue que los objetos adquieran un efecto muy interesante sobre su observador. Si los miras desde lejos, los reconocerás fácilmente, verás esa cámara, esas zapatillas, verás la grabadora, sí, pero si te acercas para observar el interior, la forma del objeto empieza a distorsionarse y a desvanecerse por completo. Por lo tanto, y aquí está la gracia de todo, la magia de todo (en realidad), como observador, nunca eres capaz de ver el objeto en su conjunto y su funcionamiento interno simultáneamente. Cuanto más precisa sea una visión, menos clara será la otra. Sí, tu interacción con la escultura determina en última instancia tu aspecto.
Así funciona el principio de Heisenberg. Me encanta. Lo reconozco.












