No sé a ti, pero yo prefiero mil veces la calle al estudio. Cuando se trata de fotografía, me resulta mucho más interesante (y apasionante) descubrir dónde miran y qué captan las lentes de los mejores fotógrafos en un entorno real, sin ningún artificio extra, sólo una buena dosis de curiosidad y muy buenos reflejos.
Este Being Human and The Language of Ordinary Life del fotógrafo polaco Erik Witsoe me parece un ejemplo fabuloso de cómo elevar a la categoría de arte esos retratos capturados en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier situación. Y es que la inspiración puede estar a la vuelta de la esquina y tu musa puede ocultarse tras el rostro menos esperado.



































