Soñé con el viajero del ayer…

Ha sido curioso. Él era un profesor, mi profesor, pero no he reconocido su rostro. Sencillamente estaba ahí, delante de la pizarra, vestido de gris y marrón, gafas de pasta y un peinado que parece sacado de otra época. Gesticula mientras nos mira y nos indica exactamente qué quiere que hagamos. Una poesía, dice, y nos da las indicaciones exactas. Cómo ha de rimar. Cómo debemos construir cada verso. Adelante. Y yo miro el papel en blanco, y empiezo a escribir.

El primero sale solo. «Viajero del ayer, acompáñame en el camino». Fácil. El segundo se escribe prácticamente a sí mismo. «Protégeme del dolor, pero ayúdame a entender». Y levanto la mirada. Y le veo. Tuerce el gesto, levanta el índice como si me avisara del tiempo que queda por delante. Uno. ¿Uno? Voy a por el tercero, y el cuarto. Nos pide seis. ¿Seis? Queda menos de un minuto. Y ahí están, escritos. Los puedo ver perfectamente.

Y mi hijo, justo en ese momento, me llama. Me levanto de la cama y voy a su habitación. En mi mente siguen resonando cada uno de ellos. «Viajero del ayer…», «lo miré todo del revés…». Y decido escribirlos antes de volver a cerrar los ojos, Puede que nunca vuelva a encontrarme con ese profesor, puede que no vuelva a enfrentarme a ese reto. Pero quedará escrito y pasará del lado onírico a la realidad.

La realidad. He pensado que la realidad se queda corta. Así que le he pedido a Midjourney que construya su propia mirada. Verso a verso. Prompt a prompt. De lo onírico, a lo real. De lo real, a lo artificial. Es un viaje curioso. Te espero en el camino.

Lo soñé así:

Viajero del ayer, acompáñame en el camino,
Protégeme del dolor, pero ayúdame a entender
¿Qué se esconde detrás de este sinsentido?
Perdí la razón, lo miré todo del revés…
Te vi lejos, desafiante, retándome, esquivo;
Jugué y vencí, sí, pero hoy me siento vacío…

Midjouney se lo ha imaginado así:

Viajero del ayer, acompáñame en el camino
Protégeme del dolor, pero ayúdame a entender 
¿Qué se esconde detrás de este sinsentido?
Perdí la razón, lo miré todo del revés
Te vi lejos, desafiante, retándome, esquivo;
Jugué y vencí, sí, pero hoy me siento vacío…

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