Si por cada vez que pensamos que todo está inventado nos dieran un céntimo… Ni los códigos de barras se salvan (afortunadamente) de las garras (magníficas garras, BTW) de la creatividad. Y es que, si hay algo que resulta poco atractivo y caduco en los envases son esos códigos que seguimos arrastrando desde el siglo XX, ¿no?
Pues seguro que cuando Norman Joseph Woodland inventó, en 1952, (tela) estos códigos no se podía imaginar que más de medio siglo después llegaría el momento de adaptarlos a los tiempos modernos y, sobretodo, de integrarlos en el diseño de los productos que identifican…
Y, como me gusta que sean los ejemplos los que hablen por sí mismos, disfruta con estos (nada habituales, todavía y por desgracia) códigos de barras…
(Ah, a modo de anécdota histórica, ¿sabías que la primera vez que se escaneó un código de barras fue el 26 de junio de 1974 en un supermercado de Troy, Ohio? Fue un paquete de chicles de la marca Wrigley’s, y lo puedes ver –of course– en el Smithsonian).
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