Sí, lo reconozco, estoy en una semana aérea. Esto ocurre en ocasiones, como cuando te pones a escribir una historia, intentas ser original y te das cuenta de que cada página es un calco de la anterior. Diferentes palabras, sí, diferentes personajes, también, en situaciones (lo has adivinado) diferentes, vale, pero lo mismo. Aun así, a veces pasa que, cuando lo vuelves a leer, acaba teniendo su encanto, su gancho, funciona, no sabes comprender cómo pero funciona. Insistes en ideas. Insistes en círculos. Y funciona. Me encanta cuando ocurre. Es algo parecido a lo que me ha sucedido al encontrarme con las fotografías de Mitch Rouse y, en concreto, con esta colección que descubre los secretos y rincones de una de esas explotaciones de petróleo que hemos visto en tantas películas y que, desde este ángulo, se convierten en algo totalmente diferente.
Y es que lo de mirar el mundo hacia abajo es sorprendente. Intenso. Cautivador. Al final, ¿no es un sueño de todas y todos el de poder volar, dominar los cielos mientras ves tu sombra deslizándose por los prados a cientos de metros de distancia?
Vale, esto no son prados. De hecho es un concepto mucho (mucho) menos romántico. Desértico, arenizo, con un punto industrial, si quieres, pero las imágenes de Mitch te llevan directamente a sentirte ave. A volar. A planear sobre pozos de petróleo. Quizás el pozo negro no era ese…




































Una respuesta a “El Oro Negro de Mitch Rouse…”
[…] no he tenido suficiente con mostrarte una fusión enre los proyectos 48 y 60 de Mitchell Rouse, sus Oil y Black Gold, me he sentido incapaz de dejar pasar los otros 58 como si nada. Te recomiendo que te […]