Una de las cosas que más nos unieron de pequeñas y pequeños, fue una pelota de futbol y esas porterías, reales o imaginarias, contra las cuáles jugábamos. Recuerdo cientos de horas, de momentos, compartidas con amigas y amigos de la escuela y el instituto en el que todo se resumía en una cosa: marcar un gol más. Y sí, era competitivo, y sí, era intenso, pero nos unió hasta extremos fantásticos. Hoy, que vivimos la explosión (parece que definitiva, por fin) del futbol femenino, he querido romper una lanza precisamente por esos recuerdos, por esa unión que, todavía ahora, me arranca una sonrisa cada vez que paso por delante de alguna de nuestras canchas.
Dicho esto, Neville Gabie ha subido el listón convirtiendo en arte los tres palos, ofreciéndonos una mirada que va más allá de la nostalgia, o del presente, o de lo que pueda ser, y se centra en inmortalizar algo tan sencillo como «¿dónde juega la gente». Y lo reconoce, es una obsesión, algo que le lleva a recorrer ciudades de todo el mundo buscando esos rincones, esos lugares que han sido testigos de momentos mágicos como los que te describía al principio.
Desde 1990, Gabie (sudafricano, para más señas) ha capturado más de 1.000 fotografías con esas porterías como únicas protagonistas. De todo tipo. Nuevas, desgastadas por el uso, pintadas en una pared, en medio del desierto… no importa, «estos sencillos marcos, bajo el resplandor del sol, hablan de la comunidad y la resistencia frente a las dificultades«.
Desde Marruecos hasta la Antártida, esta es su obra. Y es, déjame que lo diga así, un bonito homenaje a los goles que marcamos, a los que recibimos, y a los que salvamos.
Villa Hayes, Paraguay
Dunkirk, Francia
Skopije, Macedonia
Magel Bel Abbès, Túnez
Buenos Aires, Argentina
Belfast, Northern Ireland
Mundal, Noruega
Busan, Corea del sur
Bubi River, Zimbabwe
Lisbon, Portugal
© todas las imágenes: Neville Gabie / Design Museum, London